Al interior, si bien se conservó la disposición básica del tablero, se modificaron los mandos que gestionan la climatización y la radio, mientras se replantearon elementos como la guantera, el reposabrazos central de la primera fila, los portabebidas o el espacio junto al selector. Uno de los principales objetivos fue optimizar la cantidad de lugares para poner objetos.
La oferta para México seguirá manteniendo el dos litros aspirados de inyección directa (160 caballos) para todas las versiones, salvo el deportivo ST con su 2.0 sobrealimentado de 252 hp.
En el caso de la transmisión PowerShift disponible en las variantes convencionales, el material que compone los dos embragues es nuevo con la meta de reducir los desgastes prematuros sufridos por estas cajas en varias unidades previas al facelift.
También se trabajó sobre la rigidez de la suspensión delantera buscando conseguir un manejo más directo, la configuración es la misma para Estados Unidos y México.
Ya entrando en esta derivación de más potencia, no sobra comentar el siempre excelente torque desde bajas revoluciones y el agradable y ronco sonido al pasar de las 3,000 vueltas. El carácter del turbocargador se complementa muy bien con la inmediata respuesta de la dirección, los frenos de poco recorrido antes de actuar o el rápido embrague. Si acaso el único sacrificio en el ST es un diámetro de giro que tiende a afectarlo en espacios reducidos.
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